Para comprobar si Dido sabía el camino, o simplemente se guiaba por el olfato hasta la comida, la hemos metido en el laberinto negro sin introducir ningún tipo de alimento. El resultado ha sido satisfactorio: el sujeto se ha dirigido hacia el lugar donde suele estar la comida.
Tras esto, la metimos en el laberinto blanco, donde ha ocurrido lo mismo que en la novena sesión.